92 edición: PARÁSITOS por Carlos Torices
Qué edición señores, QUÉ EDICIÓN. Pese a que nunca he sido un gran fan de los Oscar este año no ver la gala habría sido, en un ejercicio de soberbia, imperdonable. Si por algo debe ser recordado 2019 es por la altísima calidad y variedad, con mínimo 5 películas que si hubiesen competido cualquier otro año se habrían llevado de calle el premio principal. No obstante no voy a comentar la gala holísticamente, para ello ya está mi compañero y muchos otros más informados que yo.
Vayamos al meollo de la cuestión, PARÁSITOS y lo que supone como fenómeno. Nadie puede decir que no se merece todas y cada una de las cuatro estatuillas que ha ganado la película más especial del año, la dirección más elegante que he visto desde 2007, el uso más descarado de una banda sonora, pero por encima de todo una pieza coral en su máxima expresión. El resultado de todo ello fue la película que más me ha sorprendido más veces seguidas en tan poco tiempo, hasta el punto que cuando salieron los créditos me quedé 5 minutos de reloj en shock pegado a la butaca. Parásitos es una de las grandes obras maestras de este siglo, pero lo que supone es mucho más que lo que es en sí misma. En primer lugar, estoy seguro de que ahora el cine coreano tendrá su oportunidad durante varios años de mostrarse al público internacional con mayor facilidad, y mucha más gente tendrá la oportunidad de descubrir directores como Sang-Soo o Chang-Dong. En segundo lugar, Bong Joon-Ho ha demostrado que, en pleno siglo XXI y en vista de a donde tiende el cine como industria, hay otras formas de colarse en la primera plana mundial, lo cual por momentos pensé que no volvería a ver.
Bueno pero y esta gala, ¿qué cojones significa? He leído a varios un tanto molestos por los motivos que bajo su punto de vista, la tenebrosa Academia esconde detrás de las sorpresas de anoche. Pues igual tenéis razón, y la imagen, los discursos y demás criterios cuanto menos cuestionables tienen un mayor peso del que pensamos, pero la realidad es que creo de veras que si algo resume la noche de ayer es la JUSTICIA, y que ya sea por unos motivos u otros, se ha dado y con eso me doy con un canto en los dientes.
Vayamos al meollo de la cuestión, PARÁSITOS y lo que supone como fenómeno. Nadie puede decir que no se merece todas y cada una de las cuatro estatuillas que ha ganado la película más especial del año, la dirección más elegante que he visto desde 2007, el uso más descarado de una banda sonora, pero por encima de todo una pieza coral en su máxima expresión. El resultado de todo ello fue la película que más me ha sorprendido más veces seguidas en tan poco tiempo, hasta el punto que cuando salieron los créditos me quedé 5 minutos de reloj en shock pegado a la butaca. Parásitos es una de las grandes obras maestras de este siglo, pero lo que supone es mucho más que lo que es en sí misma. En primer lugar, estoy seguro de que ahora el cine coreano tendrá su oportunidad durante varios años de mostrarse al público internacional con mayor facilidad, y mucha más gente tendrá la oportunidad de descubrir directores como Sang-Soo o Chang-Dong. En segundo lugar, Bong Joon-Ho ha demostrado que, en pleno siglo XXI y en vista de a donde tiende el cine como industria, hay otras formas de colarse en la primera plana mundial, lo cual por momentos pensé que no volvería a ver.
Bueno pero y esta gala, ¿qué cojones significa? He leído a varios un tanto molestos por los motivos que bajo su punto de vista, la tenebrosa Academia esconde detrás de las sorpresas de anoche. Pues igual tenéis razón, y la imagen, los discursos y demás criterios cuanto menos cuestionables tienen un mayor peso del que pensamos, pero la realidad es que creo de veras que si algo resume la noche de ayer es la JUSTICIA, y que ya sea por unos motivos u otros, se ha dado y con eso me doy con un canto en los dientes.
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