"Hollywood se asea" por Álvaro Alonso
Si por algo
se va a recordar la 92ª edición de los premios de la Academia, será por la
victoria una película de habla no inglesa en el premio gordo. No dió para más
una noche bastante soporífera en el aspecto de “espectáculo”; sin maestro de
ceremonias, la gala dejó mucho que desear, con parches musicales e innecesarios.
Situar como sorpresa especial, a un rapero que demostró su desprecio a estos
premios hace quince años, es, sin duda, una gran representación simbólica de lo
que vimos esta madrugada.


Pero,
en fin, ganó Parásitos, una grandísima película. Es cine en estado puro, de
autor incontestable, hecha con rigor y con representatividad de la avaricia y
desesperación del hombre moderno. Pero no se confundan, hubieran visto estos
mismos halagos a la elección de los académicos, si esta hubiera sido Érase una
vez en Hollywood, 1917, Joker, Historia de un Matrimonio o El Irlandés. Este
año hubo muy buena cosecha cinematográfica (¡y las que se quedaron fuera!), y
Parásitos representa muy bien a todo el conjunto, a la vez que ayuda a la
Academia a redimirse del ridículo de los últimos cuatro años. Para ello, los
orgullosos “hollywoodienses” tuvieron que irse a Corea a superar sus prejuicios
del cine de “habla no inglesa”. El pasado año Green Book por encima de Cold War
(ni nominada) y Roma, de la cual parece claro que no ganó por pertenecer a
Netflix. La pregunta final es sencilla y bastante entendible; ¿qué hubiera
pasado si Bong Joon-ho hubiera mantenido su relación con la plataforma
mencionada tras Okja, y Parásitos se hubiera estrenado en Netflix?
En
cuanto al resto, no hubo sobresaltos, se atuvieron al cuarteto seguro en las
categorías interpretativas y al dueto cantado en las de guion. A decir verdad, me
hubiera gustado uno del estilo, Scarlett destronando a Zellweger, Kathy
deponiendo a Laura o Jarin derrocando a Roger. No fue así, para desgracia de
mis ilusiones delirantes, y siguieron el rumbo marcado por muchos analistas en
las horas previas a la gala. Pero bueno, tal vez sea porque los “castillians” a
veces somos demasiado ilusos.
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