Han pasado
dos años desde que vi por primera vez este filme de David Lowery. Recuerdo con
vaguedad aquella solitaria, cerrada y calurosa habitación de la residencia en
la que me alojaba durante la semana. Esa cama que se parecía más a una hamaca.
Y ese ordenador que para los estudios era un auténtico desastre, pero para ver
mis series y películas era la salvación de mi día. Fue ese contexto tan
universitario y desangelado en el que me dispuse a ver esta obra de arte hecha
cine que no olvidaré nunca jamás.
Pensé, como
un ingenuo profesional, que era una película de miedo. En ese momento las
odiaba (ahora las amo), por lo que me preparaba para sufrir. Grato error. A
Ghost Stroy es un maravilloso relato sentimentalista
sobre el paso del tiempo. De primeras, es difícil captar la línea por la
que va a tirar, sobre todo con la escena de Rooney Mara y la tarta. Pero si
usted, lector, es de esos que ven películas para pensar, pronto empezará a
captar el mensaje poético escondido tras esa sábana que le pone esta película a
todo su material.
Un
fantasma, es por definición el alma de una persona que vaga encerrado en el
mundo. Es una persona, que tuvo una vida, un amor, una casa y unos recuerdos.
Lo innovador de lo que tenemos ante nuestros ojos situar el punto de vista de
un alma perdida como el personaje principal. Ahora imagínense como podría ser
la vida post mortem del fantasma
atrapado en la casa en la que iba a empezar su vida de felicidad; el olvido
gradual de la persona muerta por parte los vivos, que deriva en la pena, el
dolor y la angustia de la persona que lo va a perder todo por haber muerto.
Todo se acaba para él y los vivos siguen con su vida después de cierto tiempo.
Ya no es nada, y de hecho se convierte en la nada.
A Ghost
Story es uno de esos regalos de la era post-Malick, con ese estilo puro, lleno
de originalidad y espiritualidad. Lowery crea un nuevo mundo a través de una
nueva perspectiva, con una peripecia final que dejará a más de uno con cara
descompuesta y que no revelaré porque respeto la filosofía del NoSpoiler. Sin
embargo, no se puede pasar por alto en un comentario sobre la película;
melancólico perdido (siento usar tanto esta palabra). Todo ello se conjunta con
una maravillosa Banda Sonora (mitad de la película) y la cinematografía clave
para representar la metáfora fantasmal.
Amor es lo
que siento por esta película, por cada escena. En la que la escavadora derruye
la casa. El discurso del hombre de tirantes. Los largos planos de Rooney Mara
con en silencioso fantasma tras ella. Esta película muestra que muchas veces no
se precisan palabras para captar sentimientos. Eso no quita, mi amor por la
brillantez de los diálogos nutridos de Tarantino. Tanto las películas con
muchas palabras como las que no las usan, tienen una dificultad añadida, ya que
pueden caerse por el precipicio del ridículo fácilmente. Tarantino se arriesga
en cada película y el 99,9% de las veces le sale a la perfección. Lowery se
arriesgó en A Ghost Story, y le salió un poema precioso.
Comentarios
Publicar un comentario