Me he
dispuesto al visionado de clásicos como forma de arengar mis propias
motivaciones en este confinamiento epidemiológico: las de Hitchcock, George A.
Romero, Kubrick, Star Wars… Para continuar con mi objetivo Cultureta y en una
de esas exhaustivas búsquedas por el océano de las nuevas plataformas digitales,
encontré una película que estaba en mi lista de futuribles desde hace tres años.
Fíjense que me remonto a mis estresantes comienzos universitarios cuando se
estrenó Feud: Bette and Joan que llevó a la pequeña pantalla una de las grandes mentes de la televisión; Ryan Murphy. Por finuras y tiempo
fui dejándola de lado, con una bisoñez de la cual me avergüenzo. Pero allí
estaba, disponible para ver y disfrutar, Que
fue de Baby Jane? (1962).
Delante de
mis ojos tenía un relato de celos, melancolía y desesperación. Sobresale de la
pantalla la furia enfermiza de Baby Jane por regresar a aquella época gloriosa
en la que triunfaba; es ese legendario juguete roto desechado, que
nunca supo recuperarse de haber sido una estrella a una edad demasiado temprana.
De ahí surge el odio hacia su hermana, vista por ella como la persona que le
robó esa vida llena de aplausos. El odio es un personaje más, siempre tan
fuerte y desmedido en las relaciones personales, en este caso familiares. Hasta
Blanche sintió odio por Baby Jane cuando esta deslumbraba en el teatro. Son dos
personas arrastradas por una infancia llena de altibajos, hasta su vejez, una
vez que la sociedad les dejó de lado y encerradas en esa dichosa casa.
La
brillante atmósfera claustrofóbica acompaña, sobre todo, a Blanche. Esa alma
atrapada en el segundo piso que no puede hacer algo tan simple como hacer una
llamada. Una impotencia que atrapa al espectador con una tensión
constante y vigorosa, entre dos de las grandes titanes del cine en blanco y
negro: una terrorífica Bette Davis y una resistente Joan Crawford.
Todo lo que
rodeó a esta película entre bastidores, fue un mundo absolutamente
impresionante. La rivalidad encarnizada entre dos grandes intérpretes, que fue
usada y manipulada por un director sin escrúpulos como Robert Eldrich. Dos
mujeres con demasiadas cosas en común, la primera de las cuales fue ser
apartadas de una industria obsesionada por actrices jóvenes y características
muy concretas. El rodaje fue descrito como una batalla campal, con todo tipo de
jugarretas, artimañas y argucias que favorecían el ambiente tenso de la
película, pero que retorcía aún más, la ya deteriorada relación entre ellas.
Bette y
Joan, eran dos almas gemelas, mujeres ampliamente premiadas, de un carácter
extraordinario, competitivas y con una carrera en decaimiento. Eran dos
supervivientes del cine mudo, que usaron el desmesurado odio que se tenían para
hacer una dupla interpretativa perfecta. Cualquiera que indague en esta
historia conocerá que, por ejemplo, entre otras muchas, en la escena de la
paliza de Baby Jane (Bette) a Blanche (Joan), esta última acabó con un par de
puntos en la frente. Ese era el nivel del rodaje en sí, pero la guerra encarnizada
estaba también fuera del terreno de lo interpretativo, como en aquella atípica
noche de los Óscar del año 1963, sobre la que les animo a que lean.
Quien diría
que algunas historias de las entrañas de Hollywood son más grandes que las que
vemos en la pantalla del cine. Y es que, tras el mayúsculo éxito de Que fue de Baby Jane?, Bette, Joan y
Aldrich iban a trabajar juntos otra vez en Hush,
Hush… Sweet Charlotte (1964), a pesar de
todo de todo lo sucedido en el rodaje y
posteriormente. Pero la tensión era infinita, superó los límites de la
anterior, hasta tal punto de que Joan no quería rodar con Bette. Al final, Joan
cayó enferma, situación que fue aprovechada para remplazarla por Olivia de
Havilland, la mejor amiga de Bette.
Dos
grandísimas actrices enfrentadas en una guerra de supervivencia por el pequeño
hueco que Hollywood les dejaba. De ahí surgió el odio, ese sentimiento casi suicida,
que todo lo supera y elimina. Da igual quien sea el otro, si el odio surge es
una imparable cuesta abajo hacia la nada. Pasó con Babby Jane y Blanche. Pasó
con Bette y Joan.
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