"Entourage: El valor de la amistad" por Álvaro Alonso

Rescataba hace unos días mi buen amigo Carlos la importancia de las amistades, voy a hacer lo propio, pero llevándolo por el cauce de una serie con la que empatizo profundamente; Entourage, denominada El Séquito en España.

No sé si los lectores se han pasado a verla, o la reconocen de algún vistazo fugaz cuando se emitía entre el 2004 y el 2011. Para los que no tengan ese placer me alegro de presentarles un diamante televisivo que se encontraba en el patatal que ahora es HBO. O HBO Max. Lo mismo es.

He de reconocer que cuando le metí los primeros bocados no me atrajo absolutamente nada. Tal era mi disgusto con ella que me plantee dejarla para otro momento en dos ocasiones. No la llegaba a entender, lo único que veía en esta representación es a un grupo de personas privilegiadas de poder conseguir todo lo que quisieran de un chasquido y con problemas irrelevantes. Los veía como unos quejicas que no aportaban absolutamente nada, que se movían por las calles con un estilo altivo, esa parte de Hollywood que me la traía al pairo. Encima yo detesto el rap, y lo que se le parezca.

Efectivamente caí en la trampa, la de los prejuicios, ese frecuente error de ver lo malo en los demás, de no ver más allá de lo que se percibe con la imagen del televisor. A fuerza de persistir en su visualización empecé a captar todo lo que estaba viendo, su significado, su tono. Entourage es mucho más que unos cuantos flipados; representa a toda una ciudad, todo un ambiente, el bárbaro negocio del cine desde su profundidad. En este contexto es en el que se mueven un grupo de cuatro amigos de toda la vida, que no se separan, que confían como si de hermanos se tratara y que, sobre todo, viven juntos. Uno es un importante actor, y de ello se sostienen los otros tres. A su vera, en todo momento, su representante.

Fuente: telepoche.fr

Todos ellos, sobre todo los cuatro del séquito, forman un grupo perfectamente cohesionado. Representa la virtud que tiene cada grupo de amigos, no son los iguales los que se unen, sería contraproducente; son los diferentes, con sus virtudes y fallos los que se unen, aportando cada uno distintos enfoques de la vida. En Entourage existe una identificación con cada uno de ellos si se compara con cualquier grupo ajeno a una ficción. La consistencia se basa en que se entienden y cada uno aporta una visión que de la que el otro no dispone, se constituyen en una unidad; porque ocho ojos ven más que dos. No hace falta más que comprobar la esencia de cada uno de ellos.

Vincent Chase es el idealista empedernido. Es el actor. Interpreta el mundo como un azar que derivará tarde o temprano en algo bueno. Tiende a dejarse llevar por las circunstancias porque la suerte le ha llevado a esa posición. De no ser por los demás seguramente se encontraría arruinado y esperando a que el azar le dé la vida. Él lo sabe, por eso se deja llevar por Erik.

Erik Murphy es el moderador, la cabeza pensante, el racional y el que baja de las nubes constantemente a Vin. Actúa como su agente, es decir como enlace entre el de “la vida es maravillosa” con la persona que se maneja al dedillo en la trastienda de Hollywood, su representante. Erik es el razonable, el fiel, el cumplidor, pero también el de los agobios por llegar a plazo, el miembro que se estresa por los demás, el que se esfuerza por tirar de la cuerda constantemente. Se mueve en un mundo que no es el suyo, él cree en la honestidad por bandera, y cuando se tira al negocio de la representación comprueba porqué el representante de Vin, Ari Gold, es como es.

Drama es el chalado, el que se tira con fuerza a todo lo que le venga sin calcular las consecuencias, carece de serenidad y sensatez. Es un actor caído en desgracia y hermano de Vin que ejerce como chef y entrenador personal. Está insatisfecho y se siente fracasado, menguado con respecto a lo que podría ser. Es el grupo el que no lo deja caer en desgracia, el que lo levanta, el que le hace mantener la esperanza y sobre todo, no perder la cabeza.

Tortuga es el perezoso, el fumeta, profundamente mujeriego a pesar de su incapacidad para ello. Ejerce de chofer y asistente de Vin. Cuando intenta volar en el mundo del rap, comprueba, como Erik, que lo que hay debajo de lo que reluce es algo en lo que no encaja. Suele pasar más tiempo con Drama, evitando que se meta en conflictos y siendo escéptico a los planes de este. Digamos que ambos forman el subgrupo de los traviesos.

Por último, Ari Gold, interpretado de forma brillante por Jeremy Piven, es su inconfundible representante. Carece de sentimientos, salvo con su familia y por momentos con el propio Vin. Es un ególatra, narcisista, mentiroso y mal encarado, que serpentea a la perfección por la trastienda de Hollywood. Él sabe lo que hace, y con quien trata, se mueve en un mundo donde los intereses y los negocios dominan sobre cualquier idealismo actoral. Su objetivo es siempre vender su producto, hacerlo atractivo y conseguirle a su representado lo mejor posible en la selva por la que se mueve. Vive pegado a sus dos teléfonos manipulando a productores, actores, guionistas directores y haciendo el juego sucio a compañeros de profesión. Pero eso es la normalidad, de lo que trata el negocio, completamente ajeno a sentimientos o cualquier trazo de humanidad u honestidad.

Tienen errores, de hecho, demuestran, en la mayoría de las ocasiones, que los cometen con demasiad frecuencia. Los del séquito son imprudentes, hacen disparates y fallan más que aciertan en un mundo que pocas oportunidades da. Pero ante todo se encuentra lo que los une, lo que tienen; lo saben y lo valoran. Mueven sus intereses en torno a los cuatro llegando incluso a estirar en exceso el chicle de la paciencia del mundillo. Merece la pena poner en valor este punto; frente a una dominación actual del buenismo inclusivo patológico, esta serie pone en valor algo fundamental y prioritario para la vida, la amistad.

Intervalo. No puedo evitar la más profunda de las subjetividades en el favoritismo por Entourage. Los Ángeles. Se adentra en las profundidades y entrañas de una de las ciudades neurálgicas del mundo global. Todo ello a partir de cinco personas que viven el día a día en ella. Desde el salvajismo en la competencia por todo, a paisajes y lugares mitificados para cualquier amante de lo cinematográfico. El calor, las palmeras, el lujo, Hollywood, los rodajes. La ciudad de las estrellas. En unos días mi buen amigo Pablo va a visitarla cumpliendo el sueño de cualquiera. Que celos.

Si hay algo más que me apasiona de esta ficción es que es profundamente incorrecta. No relaciono este gusto con el simple hecho, sino porque en esta serie encaja perfectamente con la realidad. Que es realmente un grupo de amigos; un espacio en el que domina la comodidad. No se puede llamar como tal si existe una autocensura, si existe miedo a decir lo que salga en ese instante. En un grupo de amigos se dicen chorradas, barbaridades y tonterías, pero también se siente profunda confianza, fidelidad, un apoyo sin nada a cambio. Entourage aborda este hecho sin tapujo alguno, representa lo que realmente suele pasar en el comportamiento grupal e íntimo. Sin filtros no escatima en darle al espectador una especie de documental sobre la amistad. Esta es enorme virtud de la que dispone, y que por desgracia ha dejado de ser popular. Muchas series, y de las mejores, pecan de ser buenistas e irrealistas en este sentido. Prefieren centrarse en lo bonito, en agradar a todos y minimizar lo máximo posible esa parte salvaje y cachonda de las relaciones sociales. Sitcoms varias como The Big Bang Theory, Como Conocí a Vuestra Madre o Friends. Esto no quiere decir que no sean buenas o brillantes, tengamos en cuenta que hablamos de series, que siempre, sí o sí, serán ficciones. Pero creo que merece mérito reconocer a las que, como Entourage, hacen por mostrar también esta parte de la realidad; he ahí también el reconocimiento para Dos Hombres y Medio, The Office o Curb Your Enthusiasm

Actualmente se está erigiendo un censurismo desbocado que deriva en un muro cada vez más infranqueable, entre lo que sucede realmente en las relaciones sociales y lo que se representa en la opinión pública, lo que sale a la luz. Cualquier broma que no concuerde con los niveles de inclusividad y que salte esa frontera, puede derivar en un destierro social para el que la profiera.

No esperaba que esta serie me gustara hasta tal punto. Como dije en un principio fui tremendamente escéptico con ella. Sin embargo, le he cogido un cariño especial, me ha pasado como con pocas, no la quiero acabar. Es esa pequeña joya, escondida y de la que tan sólo supe de ella revisando series nominadas a los Emmy. Como en todo, gustos es subjetividad y siento una gran cercanía con los personajes. Una identificación con ellos en muchos aspectos, pero sobre todo por el centro de ella; la amistad y los grupos constituidos en torno a ella. Y con conocimiento de causa digo sí, esto sucede realmente. Tal vez sea eso.

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