"Ideologías y otras bobadas" por Álvaro Alonso

En mi caso domina la pereza. Me surge al ver que personas echan todo lo que tienen en su ser por defender, no tanto lo propio como una causa, normalmente de ideas. Me preguntaba este verano un buen amigo de que partido era, y no sabía que contestarle, así que comencé soltando esa extraordinaria muleta: “buff”. Se puede decir la trae al pairo. Mi opinión es la mía en cada momento y en cada ámbito o problemática. Si les soy sincero, no necesito que nadie me diga hacia donde tiene que decantarse mi balanza mental. Además, me resulta terriblemente cansado tener que observar la realidad a partir de un partido o sector ideológico. Soy un perezoso, lo siento.

Pero no voy a ser tan hipócrita para decir que carezco de ideología. Todos la tenemos, son las gafas con las que salimos de casa para ver la realidad. Son las interpretaciones que hacemos a partir de nuestro aprendizaje en la sociedad. Yo no voy a ser menos. Mismamente yo soy del Real Madrid, y es evidente que lo voy a defender, cayendo en contradicciones de vez en cuando. Ahora bien, como no soy futbolero tampoco me meto en marrones al respecto, simplemente no me interesan. Además de que dispongo de un chip intrínseco que me provoca respetar a los demás cuando se habla entre personas con las que no se coincide. A alguno le convendría.

Me voy en primer término a la Cadena SER, concretamente a su locutora de cabecera, Àngels Barceló. Actualmente presenta el programa matinal, Hoy por Hoy, pero hasta hace tres temporadas era la encargada del nocturno, Hora 25. Puesto que ocupaba desde 2007 en sustitución del histórico Carlos Llamas.

Fuente: elplural.com

Para quien no esté enterado, en los programas de radio el director se suele reservar unos minutos para un editorial/monólogo donde expone su opinión relativa a un tema o varios de la actualidad del día. Hace unas semanas estalló una polémica que traigo a colación, que nació a las 8 de la mañana en La Firma de Àngels Barceló. En ella, la locutora criticaba ferozmente los pitos e insultos vertidos al Presidente Sánchez en el Desfile de las FFAA del 12 de Octubre (el coñazo según Mariano). Alcanzó a tachar de una falta respecto a la democracia tal hecho.

Bien pues algún estudioso de las contradicciones rescató un editorial de Àngels en Hora 25 en las que criticaba con la misma ferocidad al entonces Gobierno marianista por utilizar los mismos términos que ella usa hoy por hoy, para hablar de los pitos escuchados durante el himno de España en una final de Copa del Rey.

Àngels puede opinar lo que le venga en gana sobre este caso concreto. Que sí o que no se puede pitar e insultar a himnos o a presidentes. Faltaría más. Sobre este y sobre lo que considere expresarse. El problema que se plantea es que, a partir de ambos editoriales, no alcanzo a saber qué opina realmente Àngels sobre este tema. Dice una cosa y la contraria, y se indigna por igual en ambos casos.

Mientras Àngels decía esto, el mismo sector que se rasgaba las vestiduras con los pitos al himno, tachaban los realizados al Presidente como libertad de expresión, legitimaban los hechos como Àngels lo hacía con los pitos al himno. "El sentir de la calle" dijo alguno, cuando solo eran una veintena de personas los que actuaban de esta manera en este desfile.

Puede que hayan cambiado de idea con el paso de los años. Hayan avanzado sus mentalidades a largo de este tiempo hacia una opinión diferente. O puede que se dejen llevar por ese principio ideológico del que hablaba anteriormente. Ese todo por mi ideología. Ese que acaba derivando en unas hipocresías de magnitudes meteóricas, por el que da igual todo; la causa se defiende, y los colores también independientemente de las circunstancias en las que se haga.

Esto no sólo sucede en el periodismo o política, es muy frecuente en el fútbol o en cualquier otro deporte. Para los nuestros es penalti y para los otros pues no, y punto. Normalmente se intenta argumentar, pero va precedido de hecho de que la persona defiende cualquier interés de su equipo. Pero en el ámbito deportivo no se esconde este hecho. No se espera neutralidad de una persona que se declara de un equipo y que luce con orgullo sus colores. Tampoco del que es de un partido o sector político concreto. En el ejemplo político expuesto, así como otros mucho que se ven día sí y día también, se percibe la misma estructura; primero se definen los intereses de los míos y luego se expone una argumentación banal. ¿Se dice lo contrario a lo que hace unos años (o meses)? Como precisaba previamente, es lo mismo, daños colaterales de la lucha por la causa.

Por supuesto que cada uno que haga lo que considere. La ideología tal y como se entiende a primera vista es completamente legítima. La neutralidad no existe y las contradicciones son inevitables. Pero a algunos les convendría, no uniformidad intelectual pero sí alguna inyección de coherencia. Cambiar de opinión sobre un mismo tema en torno a quién se profiera dice mucho del individuo o individuos, sobre todo cuando se alcanza el menosprecio al que lo señala o no casa con ello. Eso se llama sectarismo, y por desgracia, muchas veces va casado con los ideologizados patológicos.

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