"Apuntes eurovisivos de 2022" por Álvaro Alonso
Eurovisión es ese festival del que usted me habla. Ese que prácticamente nadie ve, o más bien, que nadie dice que ve. Están los orgullosos de verlo (todo evento tiene inevitablemente sus fieles), están los silenciosos y están los odiadores (y odiosos claro). En este último grupo merece la pena destacar sus subdivisiones: los que lo ven para echar en cara y los puretas que ni se dignan a verlo. A parte se sitúan los que "pasan" olímpicamente de Eurovisión, que se podrían equiparar con los abstencionistas.
Yendo a los datos quien diría que estamos ante uno de los eventos más criticados. El sábado en el prime time nocturno, el Festival de Eurovisión de este año reunió a la mitad de las personas que estaba viendo la televisión en esa franja: 52% de cuota de pantalla y más de 6 millones de espectadores de media. Pero añadamos que en el momento cumbre durante el anuncio del televoto, cerca de 9 millones de personas estaban siguiéndolo en sus televisiones, lo que supuso más de un 61% de cuota de pantalla.
Los números no dan lugar a equívoco. Es uno de los eventos más vistos del año para RTVE (muy rentable para una cadena desahuciada), hasta tal punto llegan estas dimensiones que cuando en estos años nos representaban los más "pelaos", los datos de audiencia seguían siendo impresionantes. Es siempre lo mismo; está todo el pescado vendido; es política. Que sí, vale. Pero lo ves. Si vamos a la esfera global: Eurovisión es el evento no deportivo más visto del mundo. Sí, Europa es el máximo exponente, pero las audiencias en Norteamérica y Asia están creciendo hasta tal punto que ya se ha creado el American Song Contest que emitirá la NBC, el Asian Song Contest y tenemos a Australia ahí metida. Pero eh señori y señore, que malo es Eurovisión.
El 2022 no trajo sorpresas en lo que a competición se refiere. Ucrania, no cabe duda que la campaña la tenía hecha; si no cantaran y simplemente se hubieran quedado en el escenario mirando las carinas del público también hubieran ganado. El televoto se le daba por seguro, la duda era el jurado; si este no le proporcionaba puntuación suficiente y en el televoto no arrasaba, podría haber sorpresa. No fue así: decente en el primero mientras que los votantes le dieron una puntuación histórica con alrededor de 26 países que les dieron los "twelve points".
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Fuente: rtve |
¿Es una victoria política? No, una invasión no es política. Es un mensaje simbólico y se ha usado este festival para ello. Y es bueno que los que ahora están sufriendo reciban el calor y cariño de los demás en esa crueldad que ellos tienen a la puerta de su casa. Pero los más fieles a este festival deberíamos ser más escépticos a esto, al fin y al cabo, no deja de ser un "uso". Se da por hecho lo que es Eurovisión, un espectáculo y todo eso, en el que raras veces va a ganar el mejor (como en los Oscar) pero no hay necesidad de convertirlo en una simple plataforma, alcanza lo grotesco.
Chanel brilló. Como quien diría, se partió la cara en el escenario. Esa pasión, ese orgullo intrínseco, esa profesionalidad. Una actuación sobresaliente, con unos planos de una belleza extraordinaria propia de los mejores cinematógrafos. Una canción de un ritmo apabullante complementada con una puesta en escena hecha al dedillo. Ella se ha hecho una estrella, una diva, frente a todos aquellos que le hicieron lo indecible. Con todo el sufrimiento que dentro tendría por el acoso sufrido en esas semanas posteriores al Benidorn Fest en la que salían monstruitos mediáticos/políticas por doquier. Lo sacó todo en Turín, con la rabia y la grandeza propia de una figura.
Éramos de los favoritos y ella lo bordó. Lo consiguió. Un tercer puesto que sabe a gloria visto lo desastres previos: coleccionábamos los vigésimos como cromos un niño de primaria. Nunca se pierde la esperanza, pero ya se veía imposible irse con dignidad de este festival algún año. Fue delirante celebrar doce tras doce, nunca me había pasado tras trece años viéndolo. Por un momento pensé que era sueco. Qué maravilla. El sueño de la victoria estaba, y analizadas las puntuaciones hubiera sido real de no ser por Vladimiro, de todas formas, piensen en todos estos años, piensen.
Más allá lo nuestro destacar a Reino Unido como subcampeón. La situación de esta delegación en estas décadas era tanto o más gravosa que la de España: desde su último segundo puesto en 1998 sólo han llegado al Top 5 en dos ocasiones (2002 y 2009); obtuvieron a su vez cinco Últimos; y en las nueve últimas ediciones el mejor puesto fue un mísero quince en 2017. No les daba para disgustos en la BBC, a los que el Brexit les sentaba fatal para la promoción del país. Y apunto: eso no quiere decir que no tuvieran canciones fantásticas, he ahí la de James Newman, SueRie, Molly o la fantástica Lucie Jones. Pero la imagen, los lastraba, cosa que Sam Ryder supo eliminar. Supo crear su marca a partir del hecho de ser TikToker, alejarse de las ventosidades de su país y hacer valer una canción que es muy decente. Es de reconocer haberlo conseguido. Curioso que las dos delegaciones más lastradas, en el mismo año logren el podio, ironías son las que nos unen con los británicos.
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Fuente: zazoom.it |
Suecia como viene siendo habitual logró estar entre los cinco primeros mientras que la sorpresa la dio la mamarrachada serbia palangana en mano. Pero no se enerven algunos, año tras año hay alguna excentricidad del Bloque del Este que sale de entre las catacumbas para sacarse un puesto estratosférico. Para Italia las expectativas de repetir eran muy altas ya que desde San Remo llevaron a Mahmood (que repetía tras Soldi en el 2019) y Blanco. Llevaban una propuesta muy buena, pausada, lenta y con una letra brillante, pero desbordó, cansó antes de llegar y que tras de ellos actuara el "muevelotodo" de Chanel no ayudó ni un chis.
Y pobre Francia. Venía de una racha positiva desde que reformó su delegación en 2016, incluyendo el segundo puesto, que bien podría ser primero, de Barbara Pravi el pasado año. Este año fue a lo excéntrico (a lo Tanxugueiras) y cayó con todo el equipo. Apuesto a que no vuelven a estos inventos. Enterense los enterados que las excentricidades sólo funcionan en el Bloque del Este ya que son los que tienen más fronteras compartidas. Y eso no quiere decir que sean buenas, de hecho, suele ser lo contrario.
Y Alemania última. Con esta delegación pasa que es una extremista: o fantástico o en el pozo. Pero si nos centramos en las últimas siete ediciones, en seis de ellas no han superado el puesto veinticinco. En la restante, concretamente en 2018 en el cuarto puesto con el emotivo y perfecto Michael Schulte. Qué curioso este año en términos políticos, Macron y Scholz en los últimos dos puestos, me dirán que no tiene gracia. El espíritu de Schröder.
Odiadores, no tienen obligación de ver este festival, tampoco de opinar. Los que lo siguen ya saben lo de la vecindad, lo de la política/geopolítica (sobre esto lean los certeros artículos de El Orden Mundial), lo de los votos, lo que es un espectáculo, que no importan las canciones. Gran parte de las críticas que se le hacen son ciertas, pero mírense al ombligo: que son los deportes como el fútbol, o los premios en el cine o cualquier reality o concurso televisivo. Parecerá que los odiadores de Eurovisión no lo son tanto del propio festival sino de que haya personas que se ilusionen por algo. ¡Dejen a la gente ser feliz con sus cosas! Ustedes pueden serlo con las suyas, si las tienen.
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