"La Brújula de Latorre" por Álvaro Alonso
Recuerdo hace unos cuantos años ir
en el copiloto del coche mientras en la radio estaba La Brújula. Tendría yo
alrededor de los nueve años y solía ser en el trayecto desde el lugar donde
entrenaba hasta casa. Y es que sí, yo jugué en equipos de fútbol, no es broma.
Cuando yo entraba en el coche allí estaba esa inconfundible voz, la de un tal
Carlos Alsina. Evidentemente yo no me enteraba de nada, pero sí recuerdo ese
inconfundible "les voy a decir una cosa" o esa sintonía con la que
finalizaban los profundos y sensatos monólogos de Carlos.
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Fotograma de La Brújula de Carlos Alsina (Fuente: YouTube). |
He de reconocer que esa época fue
mi primer contacto consciente con la radio: mañanas de Herrera hacia el
colegio, noches de Alsina en el coche o en casa. Que nada mal está, son los dos
locutores punteros de los últimos años; referencia para cualquier persona que
aspire a la radio. Pero no he vivido a Luis del Olmo, ni la consolidación del
medio radiofónico de la España democrática. Tampoco vi ni escuché a José Luis
Balbín, del que pude extraer parcialmente su importancia a partir de una
recopilación de La Clave en La 2 días después de su fallecimiento. Y
qué maravilla, que sosiego y profundidad en esos coloquios: periodismo.
Se diría que soy un pipiolo en lo
que a este mundillo se refiere. Pero tampoco merece la pena torturarse por ello,
al fin y al cabo, he sido (y soy) oyente de los Carlos, de Juan Pablo Colmenarejo,
de Luis Herrero, o de Félix Madero entre otros grandes. Disfrutemos del valioso
presente.
En unos meses llega uno nuevo, que
ya era parte de la radio, concretamente de Más de Uno donde venía alcanzando
gran protagonismo en los últimos años. En este programa era (¡y es!) encargado
de la lectura de prensa de las 7:30, de una sección de opinión ("el
gallo") y parte diaria de la Tertulia. Ahora se pondrá al frente de ese
programa que sonaba de fondo cuando era un enano inocente que sólo se cabreada
cuando no ganaba en la PSP. Ese
programa que alcanza los treinta años cerrando las noches de Onda Cero y por
los que pasaron locutores como Manuel Antonio Rico, Sáenz de Buruaga, Concha García
Campoy, Javier Algarra, Victoria Prego, González Urbajena, Carmen Martínez
Castro, Juan Pablo Colmenarejo, Carlos Alsina, David del Cura y Juan Ramón
Lucas. Ahora llega Rafa Latorre, periodista también de El Mundo y uno de los
mejores columnistas de la actualidad, recogiendo las palabras de Rosa Belmonte
el Taxi de Carlos Padilla. Y es gallego, que no es por nada, cada vez es mayor
nuestra cota de poder; políticamente dos vicepresidentas y un jefe de la
oposición, mientras que en el periodismo se encuentra uno a cada paso.
La idoneidad de Rafa es indudable.
A parte de ser una persona generosa y amable, que evidentemente es una
percepción propia del trato que con él tuve, es un periodista todoterreno, con
muy pocas fisuras argumentales, columnas brillantes y una capacidad radiofónica
que llega hasta en fondo del oyente. Esto último es de importancia absoluta en
este medio. La radio, al contrario que la televisión no dispone de imágenes,
factor que sitúo como virtud, ya que ello obliga a dotar de más contenido y
menos espectáculo. La radio y sus miembros funcionan como amigos que acompañan
al oyente en lo que esté haciendo sin la necesidad visual. El vínculo
oyente-radio es más grande, transparente y afable. Cierto es que hay emisoras y
emisoras, y ahora podcast también, pero es un elemento común en todas las
personas de las que sé que ponen el oído.
Rafa también cambia de franja
horaria, y es un factor a tener en cuenta. No es lo mismo despertar al oyente
que acostarlo. Tampoco lo es abrir la información del día que terminarla,
resumirla y predecir lo que sucederá al día siguiente. Pero a la vista de que
algunos también escuchamos Más de Uno
y Herrera por la tarde o Herrero y Félix por las mañanas, ya todo da igual. Es la edad del
podcast, amigo. Lo bueno para él con este cambio son los madrugones, y es que
para mí son auténticos héroes los que se levantan a las dos, tres o cuatro de
la madrugada para hacer un programa de radio, o cualquier quehacer. Eso sí es
fuerza de voluntad. Si en mi época universitaria de las 6:30 me sentaba como una patada en
los pelendengues, ni me imagino esos horarios intempestivos. Como digo héroes,
y enhorabuena Rafa, ¡te deseo que Alsina no se jubile pronto!
Me ha quedado un comentario un
poco-demasiado personal. Qué le vamos a hacer, es lo que tiene no tener jefe,
los pocos lectores de este rinconcito lo podrán soportar, al fin y al cabo, si
leyeron mis anteriores entradas es que tienen tiempo para ello, y yo agradezco.
Así que cierro con un ¡viva la radio!, y con la gran curiosidad de qué deparará
La Brújula de Latorre. A la espera
quedamos, mientras a disfrutar del verano que, bonito será, como siempre.
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Mi valiosa foto con el futuro director de La Brújula, Rafa Latorre. |
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