"Españolito" por Álvaro Alonso
Cada 12 de octubre es festivo debido al Día de la Hispanidad, aunque ahora haya cambiado de nombre. Las personas tienen más tiempo libre, en su generalidad no trabajan o no tienen clase. Relajación, y el que pueda tranquilidad. El hecho de tener menos responsabilidades a las habituales y que algún año caiga de tal forma que se empalme con el fin de semana, no es un mal negocio para salirse de lo rutinario. Puede ser de ese aura de relajación por lo que surgen las polémicas y los polémicos. Los "eh tú, que no celebres, pecador genocida".
![]() |
Desfile por el Día de la Hispanidad (Fuente: glamstar.news) |
España siempre los ha tenido, los españolitos, aquellos que basan su existencia en la incomodidad con su exterior. Viven en una amargura constante y se dejan ver en las festividades, en un intento de contagiar su amargo sabor vital a la sociedad en la que tienen la asquerosa desgracia de sobrevivir. El españolito se ríe, se descojona, pero en el fondo lo que quiere es mostrar su tristeza de sentirse como un ciudadano de Gotham. Es ese que publica videos o lecciones de un sudamericano que seguramente sea descendiente de esos colonos a los que lanza pestes.
Lo más desagradable del españolito es ese sentimiento de superioridad ante la autocreencia de encarnar un ser revolucionario y rompedor. En realidad, no deja de ser autocomplaciencia, el españolito existe en este país desde los principios de su configuración. Es un personaje habitual y típicamente español, no verá un Británico u Holandés avergonzado de sus atrocidades en continente americano o europeo. Forma parte de nuestra cultura, hasta de nuestra forma de ser. La realidad es que no hay nada más español que auto-odiarse, flagelarse y demostrarlo. Debe de ser muy cansado vivir tan avinagrado, pero es un sentimiento muy intrínseco de nuestra sociedad, desde la más grande ciudad al más pequeño pueblo; como el mío en el que es extendido el menosprecio a su propio ayuntamiento. Tal vez sea eso lo que debamos celebrar como sociedad, el odio patológico y manifiesto hacia lo que sea.
No hay nada que celebrar. Lo mismo en Navidad, Semana Santa y hasta el 1 de noviembre, que en Galicia se esfuerzan en convertir en algo llamado Samain (vaya usted a preguntarles que narices es eso). Hasta en los cumpleaños, algún egolatra he escuchado eso de qué sentido tiene celebrar un nacimiento; parirte a ti desde luego no. Pero eh, insisto, aunque no sea de nuestra exclusividad, eso es muy españolito, fustigarse, acusar, ese sentimiento de amargura constante y de vomitarle al que celebra.
A lo mejor es que yo no soy un español, porque mi Día de la Hispanidad es igual que el resto de festivos: estudiar, ver series y con suerte leer. No me hace falta exteriorizar patriotismo alguno o echarle la verborrea habitual a los demás. Soy muy de María Elvira Roca Barea, pero me la trae al pairo como lo interprete el de al lado y que ese mismo sepa lo que opino. Y sí, me da lo mismo lo que ese piense sobre España, Colón, o las culturas previas a 1492 y sus sacrificios humanos. Pero al españolito le gusta discutir, que se note su presencia, su pensamiento y esto también es serlo: ¡mírenme, me desnudo ante vosotros, soy diferente, que me mires por favor!
Y con ello generalizo, pues sí. Hay de todo en un país de 47 millones de personas con siglos y siglos de historia. Pero es cuco ver las reacciones y polémicas en el 12 de octubre. Sea de uno u otro, es tan de español todo ese teatro. Que quieren que les diga, cada país celebra sus fiestas a su manera.
Comentarios
Publicar un comentario