"De Joseph a Lando" por Álvaro Alonso

Joseph Nicéphore Niépce es considerado el primer fotógrafo de la historia básicamente porque a él pertenece la fotografía de más antigüedad que se conserva. Y digo considerado, porque esto es como en la arqueología, quien sabe si en unos años se descubrirá que hay o hubo otra. Fue suya la invención de captar imágenes de forma directa a través de un aparato, utilizando lo que se llama Cámara Oscura. Hablamos del junio del año 1826 cuando, para probar su creación, se acercó a la ventana de su casa y sacó la primera foto hacia lo que se veía de esa calle. Así empezó todo, con el objetivo de diferenciar la imagen dibujada de la automática. Es el nacimiento de la fotografía, ocho horas y un instrumento armatoste para obtener una captura instantánea. 196 años después, medio segundo en una miniatura.

Una fotografía capta la realidad (retoques aparte). Alguno que otro me pregunta porque hago tantas, otros van un paso más allá y me recriminan que por hacer tanta foto dejo de disfrutar del presente (ese legendario comentario adulto). Es un poco falaz tener que responder, así que a veces ni lo hago. Pero tengan la cuenta que hay momentos los cuales es mejor recordarlos que vivirlos. Que salen mejor en foto que a ojo. Una vida también se basa en el pasado, al fin y al cabo, aprendemos de nuestra experiencia y sobre todo de nuestros errores. Y la foto es el máximo exponente de nuestro recuerdo, de lo vivido, de los momentos.

Las fotos son el recuerdo eterno, es el arma para rememorar aquellos momentos de una vida, es aquello con lo que los melancólicos patológicos despertamos esa parte de nosotros que cuesta mucho cerrar. Porqué no inmortalizar la vida mientras las experiencias se suceden, o esos paisajes envidiables que pasan por nuestros ojos. Nosotros somos esas fotos, porque tan sólo nos paramos para aquello que sentimos como especial. Unos lo hacen menos, otros lo hacemos más, el interés es la diferencia. Pero pasado el tiempo lo que nos quedan son ellas. He ahí los álbumes. Ellas y nuestro recuerdo de que allí estuvimos. 

Instagram: lando.jpg

Lando Norris, piloto de F1 para McLaren, se lanzó a la fotografía hace unas semanas a través de una nueva cuenta de Instagram. En ella sube todas las fotos que saca con una cámara de reciente adquisición. Ni es experto ni lo parece, simplemente saca a todo lo que hace, sea con amigos, pilotos, cosas o entretenimiento. Expone un álbum público. Nos ayuda a los fanáticos a ver las entrañas de ese deporte desde dentro, a comprender la naturalidad personal de un piloto tan lejano a los que estamos al otro lado y a comprobar el compañerismo existente. El aprecio mutuo que se tienen aquellas personas que viajan juntos por todo el mundo. Mientras tanto los aficionados sólo vemos rivalidades, malos rollos y enfrentamientos. A veces todo es mucho más simple, son personas para lo uno y para lo otro. Lando se desnuda y deberíamos considerarlo como algo bonito para el aficionado que cada fin de semana se sienta ante el televisor para verlo; esta es la otra cara de la F1 sin la mediación de Netflix. Y Ricciardo le ha seguido en la idea.

La foto inmortaliza, captura el momento, la felicidad y la tristeza, lo bonito y lo asqueroso, nuestro camino vital y la vida de los demás, a nuestros queridos y a los que no tanto. Que hay más bonito que regresar al pasado a través de ellas, como éramos, con quien estábamos, que hacíamos. La foto se acuerda de aquello de lo que nosotros no somos capaces. Disfrutemos, vivámoslo y por supuesto, recordémoslo, con el pasado se construye el futuro.


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