"Sí Albert, viva la Fórmula 1 y la madre que la parió" por Álvaro Alonso
Poco hay más inolvidable que las primeras veces. Piénselo,
sea buena o mala experiencia, ese recuerdo, ese momento, se queda grabado a
fuego. Y si a eso se le une el hecho de que es algo que se lleva años y años
esperando; se crea una explosión emocional irrepetible. Así es, he ido por
primera vez en mi vida a un Gran Premio de Fórmula 1.
El camino de ida al circuito lo hicimos tres. Seis largas
horas metidos en un coche después de un madrugón de pelotas (lo siento,
pero así fue). Llegaríamos justos porque salíamos justos, sin embargo, los
alrededores del circuito eran como las carreteras de Los Ángeles pero con dos
carriles. Los accesos son un infierno automovilístico promovido por un desastre
organizativo; he ahí esa genial idea de ponerle a cuatro parkings una misma
salida.
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Circuito de Barcelona. |
Seguimos nuestro camino, cargados de cosas como unos
principiantes y el sonido se hacía más sólido. Y ahí estaba la pista, la graba,
los pianos, las bananas y los cansinos carteles de DHL. Yo embobado, mirando a
todos lados y rodeado de guiris. Encaró la curva el primer coche, un Alfa
Romeo, ni idea de quien era. Luego un Haas, un Williams y un McLaren, que como
no me voy a acordar de que era mi gran Oscar. Es probable que nunca olvide este
momento, esa primera impresión nunca se borra, ese primer instante, ese impacto
que se siente al escuchar esa máquina tan de cerca.
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Durante la F2. |
"Mira es Fernando Alonso, no puede ser, acabo de ver al
Nano"
"Un Red Bull, espera, ¡es Verstappen! ¡MAX, MAX, MAX,
SUPERMAX!
"Oh, joder, ese es Lando y ese Russell, y otra vez
Piastri. Charles, Charles!"
"Qué horror un puñetero Alpine. FERNANDO ALONSO
LOLOLOLOOO"
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Oscar Piastri durante los Libres 2. |
Nunca he dejado de verla. Otros deportes me cayeron en
desidia, aburrimiento, la fórmula no. Ciertos amigos me preguntan por qué y yo
no sé la respuesta. Si a mí el tema coches me la traía al pairo. Simplemente la
veía, con el paso del tiempo la vivía, la sentía, aficionándome a otros pilotos
e inevitablemente terminó en pasión. Un aficionado incondicional. Ahora con un
podcast en proceso pues ustedes imagínense. Soy de los que se sienten huérfanos
en invierno, sí.
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Fernando Alonso con el Ferrari en 2010. |
La carrera fue un ladrillo, que sí. Fue una decepción, que
sí. Todos los pilotos que formaron mi outfit terminaron en la lona: Fernando,
Lando, Oscar y Charles. Sin embargo, yo no perdía ojo de la carrera y la
esperanza, porque es lo último que se pierde. Y he aquí uno que estaría otras
66 vueltas ahí clavado. Pero por favor, que esté nublado.
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Fernando Alonso en la carrera del GP España. |
Esto ya es más que una pasión, porque todo cambia con la
experiencia física, cercana y visual. Y los pilotos se ganan mayor respeto por
montarse en esas máquinas imperturbables. Sí Albert, viva la Fórmula 1 y la madre que la parió.
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