"Día de Carros" por Álvaro Alonso
La F1 de este 2023 se ha convertido en ese deporte de ahí, ese en el que siempre gana Max Versatappen. SuperMax es para nosotros lo que los suecos a Eurovisión, lo que los chinos al tenis de mesa, lo que el Real Madrid a la Champions, lo que el Bayern a la Bundesliga, o lo que Sánchez a la política española. Es igual y exactamente lo mismo lo que pase, siempre terminan ganando o como mucho salvando la cara. ¿Qué vamos a hacerle los que vivimos de esta pasión si ya sabemos quien se llevará la victoria en el siguiente gran premio? ¿Qué creen que vamos a hacer? Pues sentarnos ante el televisor y verla. No nos queda otra porque esta pasión es muchísimo más grande que lo que podamos ver en esa pantalla. Posteriormente nos quejaremos, diremos que es siempre lo mismo y que siempre gana el mismo, el del coche dominante, pero también nos pararemos en el subtexto que nos deje, leeremos sobre ello, nos informaremos, nos tragaremos cada rumor que aparezca y, al siguiente. Como si de un bucle se tratara.
En México fue eso mismo que llevamos viendo durante toda esta eterna temporada. Pero en vez de verlo saliendo desde la pole, lo hizo desde la segunda línea, el tercer escalón de la parrilla. Todo bajo control, su pasotismo el sábado después de verse en esa posición de salida no era más que una pista de lo que efectivamente sabíamos que iba a suceder. En la segunda curva ya se situó primero y hasta le supo mal no poder demostrar su poderío con las dos paradas planeadas y trastocadas por la bandera roja. Va sobrado, y qué quieren que les diga, puede hacerlo.
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El ambiente en el paddock del Autódromo Hermanos Rodríguez. (Fuente: PlanetF1.com) |
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El choque de Leclerc y Checo que dejó a este último fuera de la carrera. (Fuente: TheRace.com) |
Las ilusiones del mexicano en su casa se fueron al garete en la primera curva de la carrera. Y es que en este sábado, Checo no había estado tan lejos como otras veces de Max Verstappen, menos de dos décimas. Los ánimos estaban por las nubes y no cabe duda de que, si algo podía remediar parte de esta temporada horrenda, era un gran papel en el Autódromo, o una victoria. Tal vez fueran esas expectativas las que crearan la precipitación de Checo en esa curva. Tras una salida memorable, en ese giro se vio en primera posición, tomándola antes de lo debido sin que Leclerc pudiera hacer nada por evitarlo, ya que a su derecha tenía a Max. Fuerte choche entre ambos que terminó con uno de los pontones de Checo destrozado. Adiós a las ilusiones, adiós a las esperanzas, final prematuro para el que podía ser uno de los días de su vida y su renacer en Red Bull. Es la ley del todo o nada, para él fue la nada y veremos si también es el principio de su fin. No será por rumores.
Los pilotos por excelencia del domingo hablan inglés nativo. Uno de Stevenage y el otro de Bristol. El primero ha quedado segundo y se acerca con alevosía al subcampeonato, del que se sitúa a tan sólo veinte puntos y en tendencia ascendente. Ha mostrado una solidez enorme y explotado su experiencia para controlar a sus rivales; salía sexto pero sin dilaciones se colocó detrás de los Ferrari, he hizo lo que debía, ser un poco más inteligente y usar para sí el gran déficit de los de Maranello, la degradación. Les ganó la partida con una serenidad pasmosa. El segundo es de la quinta del que les escribe (¡mare meva!) y su palabra favorita es “recomposición”. Hasta en tres ocasiones tuvo que rehacerse de un sopapo moral. Salir décimo séptimo después de una Q1 llena de errores y mala suerte; entrar a boxes instantes antes de que sacaran bandera roja; y en la resalida situarse al fondo de la parrilla después de pegar un frenazo para evitar el accidente. Dos remontadas y la segunda parecía sin fin, además de adelantamientos de los que pocos son capaces. Terminó quinto. Responden al nombre de Lewis y Lando.
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Ricciardo durante la carrera del domingo. (Fuente: GPFans.com) |
Sin embargo, hay otro a destacar, que también habla inglés, con otro acento, el australiano. Pero en este caso es el piloto del fin de semana. Ojalá pudiéramos decir que ha vuelto Daniel Ricciardo, con sinceridad que queremos decirlo, pero seamos cautos. Ha sido un gran premio en el que ha exprimido al máximo su arma, pero tan sólo ha sido uno. Los planes (de Red Bull digo) se rompieron con la lesión de Daniel, aunque nosotros ganáramos a Liam Lawson. Si hubiera hecho tres de estas como el neozelandés así hizo, con bastante seguridad ya estaría anunciado como sustituto de Checo. La infortuna no quiso, pero veremos; en primer lugar, si continúan las buenas actuaciones de Ricciardo y si Red Bull se atreve a llevar todo a término antes de Abu Dhabi. Como es habitual en casa de los Austrias, las dudas y las filtraciones arrecian. Por lo pronto el australiano hizo el mejor resultado del equipo Alpha Tauri el sábado (4º) y el domingo (7º), mientras su compañero perdía los papeles y el volante.
Y qué me dicen ustedes de Ferrari superando las expectativas. Tal vez nos estemos malacostumbrando, o nos estén malacostumbrando. El sábado se hicieron, como si de magia se tratara, una pole de Leclerc y un segundo de Sainz. ¡Un 1-2! ¡Ferrari! Luego sacaron a relucir su vena cuando se les pidió explicaciones por tener a los dos coches en lo más alto, reconocieron que no sabían el porqué. No tenían ni idea de donde habían salido esas décimas con las que ambos dejaron atrás a todo un Verstappen. Tendrán que estudiarlo, dijeron. Maravilloso, qué Ferrari es esto. Va a ser verdad eso de que este equipo es una especie de realismo mágico automovilístico con Gabo moviendo los hilos desde donde esté. Todo en ellos tiene tintes desastrosos, dramáticos, ridículos, a la par que irreales y únicos. No los hay igual.
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Alonso en pista, antes de la carrera. (Fuente. El Español.com) |
Los que no frenan su caída tienen su sede en Silverstone. En la primera mitad de temporada nos hicieron vibrar, reír, saltar, creer, por lo que ahora el declive se hace doloroso, desesperante, triste… Fernando nos ha enseñado a que la última opción es dejar de creer, y sobre todo en él. Tiene le capacidad (y el marketing, no nos mintamos) de llevarnos a todos con él, detrás, como si de su rebaño se tratara. Ahora sólo queda esperar. Confiar en que todo este sacrificio final sea para bien y por penitencia. Con vistas a un bien mayor, el hecho de ser campeón, no segundo o tercero, y el año 2024 será donde se diriman sus posibilidades y sobre todo las que tiene en este equipo. Mientras tanto nos podemos entretener con rumorología variada, con intercambios imposibles e ilusiones de verlo en ese pepino. Y podemos hacerlo porque si algo es impredecible, ese es el paddock de la F1 y más si hay cambios estructurales que puedan afectar a otras decisiones. Ahora bien, que vayan a llevarse a término es otra cosa. Por ese lugar circula hasta el diablo.
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