"Ciudad del pecado, no de F1" por Álvaro Alonso

 Se tenía que ir a la ciudad del pecado sí o sí, por el simple hecho de ser Las Vegas. Nada que ver con lo deportivo o un circuito concreto. Tenía que ser en Las Vegas porque en esta F1 a la que se está empecinada Liberty Media tiene más valor el show que lo que pase en pista. Llevar los coches a recorrer esas calles como hacen con la Virgen en Semana Santa. Acomodar este deporte a las parafernalias denominación de origen EE. UU. Poco vínculo tiene la F1 con Las Vegas, de hecho, las dos únicas ediciones en 1981 y 1982 en el parking del Caesars Palace, fueron un auténtico fracaso. Pero tenía que ser porque era uno de esos sueños húmedos de los propietarios actuales y así se tenía que hacer, con unos honorarios desproporcionados para que los equipos cerraran la boca; así fueron de acríticos.

Espectadores siendo expulsados el viernes de Libres.
(Fuente: Autoracing)

El miércoles comenzó el espectáculo ajeno a la pista. Se trajeron a cantarines de toda clase e hicieron desfilar a los pilotos como si de objetos a subasta se tratara. “Miren que chicos tan guapos tenemos, dennos dinero”. Hasta tal nivel se priorizo este aspecto que no se hicieron todas las inspecciones que requiere un circuito nuevo y urbano. Una desidia y abandono de funciones flagrante que pudo acabar en desgracia. Una de las alcantarillas selladas para la ocasión no lo estaba como debía y a los nueve minutos del comienzo de los libres 1 se levantó al paso de Carlos Sainz. Esta situación obligó a cancelar la sesión y revisar todas las demás ante el riesgo real de que volviera a suceder. La segunda sesión de libres se vio retrasada y los aficionados expulsados antes de que diera comienzo porque ya era muy tarde: “por problemas de logística”. Y la indemnización de unos míseros 200 dólares por ver nueve minutos de F1. Tuvo razón Max: “si fuera ellos destrozaría todo lo que pillara”.

Carlos Sainz revisando el fondo tras tragarse la alcantarilla. 
(Fuente: AP News)
El primer y mayor damnificado de esta negligencia del circuito y de los organizadores fue el propio Carlos Sainz. Era un fin de semana prometedor para los Ferrari, ya que este circuito era idóneo para ellos y lo afrontaban en condiciones parecidas a Singapur. Así se pudo ver en la situación y resultado de Leclerc que consiguió la pole además de luchar seriamente por la victoria. Fue la mala suerte la que se la quitó; unas vueltas después de hacer su última parada, salió el safety lo que permitió a sus rivales ir a boxes sin perder mucho tiempo y tener neumáticos más frescos. SuperMax pudo con él, pero no Checo con el que guerreó hasta la última vuelta. Lo de Sainz se truncó por la alcantarilla: tuvo que cambiar de batería, y cómo ya había superado el límite impuesto, le sancionaron con 10 posiciones. Todo por un problema del propio circuito y nada que ver con su acción. La FIA fue inflexible (con la mano de Mercedes detrás) y se la mantuvo. Una situación abyecta y penosa en un lugar en el que iba a salir en segunda posición. Su mala suerte se extendió al domingo con un trompo en el inicio. Consiguió resurgir y colocar su Ferrari en un dignísimo sexto puesto, lo que no quita la indignación de una circunstancia indigna sufrida. Pero voy a dejar de escribir de esto que ya huelo la colonia de Toto viniendo hacia mí.

La carrera tuvo acción, una de esas en las que está pasando todo al mismo tiempo en todos los sitios. Eso fue lo sorprendente, en un gran premio en el que para los impulsores lo que menos importaba era lo que sucediera en pista. Pero una pista nueva y de asfalto tan nefasto, puede traer estas consecuencias. El que ganó es el de siempre, el único e inigualable Max Verstappen. Este fin de semana se afrontaba con dificultades en casa de los Austrias. Ferrari se veía por delante y el sábado se confirmó; solvencia de los de Maranello ocupando los dos primeros escalones. Pero SuperMax salía segundo por lo de Carlos, así que en la primera curva se puso primero, pero con una maniobra que echó fuera a Leclerc. Sufrió sanción, al propio Charles, el caos reinante, un choque con Russell, pero en el momento idóneo la suerte le sonrió. El Safety Car perjudicial para las posibilidades de Charles, fue decisivo para la decimo octava vez que suena el himno holandés.

Checo Pérez durante la carrera.
(Fuente: AS México)
La misma suerte (o mayor) les decantó la carrera a otros pilotos. Checo consiguió llegar de las profundidades de la parrilla al podio gracias a estar en el lugar adecuado cuando salió uno de los Safety Car. Mantuvo posición e incluso luchó por esa victoria, pero tuvo que conformarse quedándose tras Leclerc. Esteban Ocon fue otro de los suertudos, fue ascendiendo gracias al accidentado inicio, el descalabro de otros y un safety que le hizo su parada. Consiguió bordear el podio tras la curiosa decisión de McLaren con Piastri. Y Lance Stroll que encadena su segundo quinto puesto consecutivo por un ritmo excepcional y esa fortuna inigualable; las ventanas de parada le coincidieron con dos Safety Car. En una carrera en la que todo ha pasado, hay alguno que es capaz de librarse de todas las jaranas; en este caso han sido estos tres y he ahí su resultado.

Fernando Alonso junto a otros pilotos tras el trompo inicial.
(Fuente: Car and Driver)
Fernando Alonso ha cometido un error. Esto es noticia, pocos pilotos son tan sólidos y con ausencia casi completamente de equivocaciones. No sin que fuera la nefasta calidad del circuito la principal culpable. Salía en décima posición y tras llegar fuerte a la curva 1, patinó y su coche trompeó. Todo parecía acabado, para los videntes y para él (así lo reconoció en rueda de prensa), pero con este hombre garra es cierto que lo último que se pierde es la esperanza. Gracias al Safety Car se reagruparon todos y pudo empezar a remontar escoltando a Checo y Sainz. Pudo parar con el último coche de seguridad y volver a remontar hasta colocarse entre los diez primeros. Dos puntos para el asturiano que saben dulce, tras ese inicio y que pueden ser fundamentales en su lucha con Carlos y Lando por el cuarto puesto del mundial.

Más allá, se puede destacar el papel de los Williams en clasificación, que se colocaron quinto y sexto. La carrera fue una disolución absoluta y una decepción ya que unos puntos eran esperables para los de Grove después de ese Sábado. De McLaren se esperaba bien poco y así quedó demostrado en la sesión clasificatoria con Norris y Piastri quedando fuera en Q1. El domingo no pintaba mejor tras el fortísimo accidente de Norris, pero Piastri hizo su labor y consiguió ascender hasta el cuarto puesto a falta de seis vueltas para el final y con adelantamientos brillantes. Merecía la pena probar y quedarse aunque el neumático estuviera en las lonas pero McLaren decidió pararlo (Ocon se quedó y con una parada). A pesar de ello consiguió vuelta rápida y décimo puesto. Bastante heroico dadas las circunstancias.

Encaramos pues el último gran premio de la temporada en el (ya) tradicional Abu Dhabi. Lo que queda por decidir son posiciones de media tabla. Mercedes con Ferrari por el segundo puesto en constructores, McLaren y Aston Martin por el cuarto, mientras que Williams y Alpha Tauri por el séptimo. En pilotos tiene que dirimirse el cuarto entre los dos españoles, Norris y Leclerc más alejado; es que los tres primeros están en el intervalo de cinco puntos.  Un subtexto irrelevante para muchos, transcendental para los fanáticos. Queda sólo uno y a pesar de la morriña hemos de disfrutarlo al máximo porque nos esperan tres meses de sequía; de mirar por la ventana pensando lo felices que éramos viendo ganar a Max Verstappen.

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