"Mágico" por Álvaro Alonso

 Cometimos el error de darlo por muerto. Lo hicimos indirectamente, dando por hecho que esta temporada ya estaba acabada. Hasta le estábamos buscando otro destino, soñando con una Silly Season tardía que lo metiera en el equipo torpedo. Algunos hacíamos ya un llamamiento para pasar cuanto antes a la 2024, mientras los agoreros salían de sus bosques para gritarnos que ellos “ya lo sabían”. Cometimos el error de dejar de creer en las posibilidades de Fernando Alonso de hacer magia, de poder sacarnos esa emoción al menos en una ocasión en lo poco que quedaba de temporada. Este piloto le ha enseñado a todo el globo terráqueo, a nunca dejar de creer, y aún así a veces nos dejamos llevar por el realismo, sin saber que este piloto no es normal, es antológico, uno de esos capaz de hacer poco con nada. Es mágico y nosotros hemos pecado, así que no nos queda otra que pedir penitencia.

Aston Martin no daba motivos para ello. Prometía constantemente que esto sería transitorio y que traerían mejoras. Finalmente, o no eran tales o el resultado era desastroso. Lo de Austin y México dejó a propios y ajenos con la cabeza gacha. Pero Fernando insistía, más incluso que Aston Martin. Nos lo estaba diciendo y nosotros no contestábamos porque los resultados eran hasta peores. La Q1 de COTA fue ese derrumbe absoluto; por donde se fue esa escudería que antes de verano estaba estable en el podio. “Se fue sin saber que yo sí la amé”.

Fernando Alonso durante la celebración del podio.
(Fuente: WTF1)

Ojalá hubiera estado en mis cabales para haber vivido Imola 2005. No les puedo decir si lo de ayer fue un paralelismo, pero sí que el nivel con el que Fernando mantuvo tras de sí al Red Bull de Checo es algo de lo que pocos son capaces. Esta F1 se ha convertido en muchas cosas nefastas y una de ellas es la de que los pilotos (promovidos por los equipos y las diferencias), hagan eso de “esta no es mi lucha”. De esta manera se le hurta a este deporte de una parte heroica de las luchas en pista, de las defensas agresivas hasta cierto punto y de la tenacidad que han de tener los pilotos. Nuestro Mágico dio ayer una masterclass de pilotaje, de cómo proteger posición a través de trazadas alternativas y de mantener a raya a un piloto que conduce el mejor coche de la parrilla. 

El Aston Martin resurgió pero ni mucho menos para competir con un Red Bull destinado a hacerse con el tercer escalón del podio. Desde la segunda parada Checo le recortó a Alonso casi tres segundos hasta ponerse en su DRS y a poco más de quince vueltas del final. Tal vez fuera el propio Alonso el único que no lo daba por hecho, para sacar todo aquello que le define, como piloto y uno de los mejores de esto. Hizo lo imposible para hacerse con ese trofeo. Una pelea automovilística de caballeros, de dos que se respetan profundamente, regalándonos uno de los momentos taquicárdicos de la temporada y tal vez en mucho tiempo.  Mágico hizo su magia al volante, esa que persiste a los cuarenta y dos años, y ganó la batalla que supuestamente estaba perdida. Se llevó el tercer puesto a 53 milésimas de Pérez, un fotofinish para coronar una heroicidad, una guinda perfecta.

Aunque no lo parezca, en este gran premio se han sucedido más elementos. Y es que, no hay otro como Interlagos. Pocos circuitos son capaces de atraer ese clima de automovilismo total, seguramente asociado a ese mito de la F1 llamado Ayrton Senna. Un circuito que nos recuerda porqué estamos aquí y porqué vivimos de esta manera este deporte. El trazado es inigualable, esas curvas, las bajadas y subidas, esa recta que no lo es y ese desgaste que tras tantas temporadas ahí, pocos son capaces de controlar (Ni pirelli). Interlagos es tan fuerte por sí mismo que puede con todo error o defecto de la actual F1. Venció en este fin de semana a una retrasmisión terrible, que se olvidó de algunos pilotos importantes, de situaciones trascendentales y con repeticiones innecesarias. Venció al formato sprint, y es el único circuito capaz de poder hacer una acción brillante sin lluvia con esta invención fallida. Y venció a unos organizadores que lo maltratan, que no lo renuevan, que dejan la pista sucia con clavos y piedras en un viernes de F1 y que usan pérgolas para proteger a los aficionados. Interlagos es demasiado.

Lando Norris y Max Verstappen tras la carrera.
(Fuente: Motorsport Week)

En este fin de semana allí, dos pilotos siguen a lo suyo. Nos han acostumbrado a verlos brillando de tal manera que ni nos damos cuenta. Max sigue arrasando, sin dar posibilidades a todo el que se le acerca (soy de los que piensa que lo de Norris fue una simple zanahoria) y viviendo con una tranquilidad absoluta e incuestionable en la P1. Mientras que Lando sigue aprovechando ese coche que McLaren por fin le ha dado, metiendo para su mochila el séptimo podio de una temporada excelsa a pesar de las cinco carreras iniciales. No hay nada que decir de ellos porque están intratables con lo que sus equipos les han puesto y sobre todo obteniendo resultados. En el caso de Max haciendo historia, en el de Lando adquiriendo el papel de líder de la oposición. Esa victoria llegará, por la táctica del martillo pilón.

La sorpresa negativa se la llevó Mercedes. Desde el cambio de normativa este equipo tiene aspectos que no puede controlar. Ya no es ese reloj alemán que marcaba la hora exacta. Tiene errores que ni saben el porqué o les cuesta detectarlo. El pasado año fue lo del porposing. En Interlagos la degradación, que fue una extrañeza de gran calibre ya que tiene por bandera el excelso cuidado de neumáticos. En el circuito en el que en 2022 triunfaron, en este fue un desastre sin paliativos, en sprint y carrera. Incontrolable ese desgaste, como nadie en la parrilla, se difuminaban como un helado en verano. Russell se retiró porque podía ser hasta peligroso, mientras que Hamilton consiguió resistir en el octavo puesto. Tal vez sea de esas problemáticas inexplicables, como Red Bull en Singapur, de las que nunca sabemos el motivo, pero la cara de Toto Wolf era reveladora. ¿Lo de Aston Martin era contagiable? Es de dudar, tal vez sea una simple debilidad en una temporada en la que se ha destacado su estabilidad. He ahí donde está Hamilton en el mundial de pilotos.

Lance Stroll y Fernando Alonso tras la clasificación del viernes.
(Fuente: Motorsport.com)

Y qué me dicen de Stroll. Ese piloto “hijo de” que tuvo una temporada espantosa, hasta cuando el coche iba como un cohete. Estaba demostrando de forma brillante su incapacidad para continuar con asiento. Surgían los cantos de sirena de que su padre ya se había dado por vencido y vendería el equipo. Una de las fases de ese rumorazo de la semana pasada. Así llegó a Interlagos, con buenas vibras, bajo las cuales consiguió clasificar 3º y terminar 5º después de un fantástico ritmo de carrera. Sacó de sí ese piloto que Stroll tiene, pero que sale de sus entrañas en contadas ocasiones. Como si fuera buen piloto cuando le da la gana, cuando le sale de los cataplines. Como si se dedicara a este deporte por obligación, porque Lawrence se lo ordena. La próxima temporada continuará en el equipo por la gracia de su familia y por esta carrera, eso ténganlo por seguro.

Les hablo de Alpha Tauri y ya les dejo en paz. ¿Pensaban ustedes que el equipo nodriza les iba a dejar quedar últimos? No seamos ilusos, desde que Red Bull tenía lo suyo ganado y era una seguridad ese último puesto de esta anomalía de escudería B, todo pegó un volantazo y estos últimos a resurgir. Una ola aprovechada fantásticamente por el defenestrado Liam Lawson. La intención ahora es que esa maquinaria sea aprovechada para que sus dos pilotos justifiquen porqué quieren sustituir a Checo. Ricciardo goleó en México y Tsunoda aprovechó en Brasil y quedan dos carreras. Mucho me temo que uno de ellos no durará 2024 completo salvo milagro milagroso. El neozelandés llamará a grito pelado a cada error. Pero bueno, no nos vayamos tan lejos, que tenemos un espectáculo de dimensiones mayores montado para dentro de dos semanas en un lugar de Arizona. Uno llamado Las Vegas. Qué miedo.


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