"No había excusa esta vez" por Álvaro Alonso
Si Bette Davis viviera (ojalá fuera eterna) le daría un capón a cada uno. Cuando este arte abre sus puertas al exterior, siempre se ha caracterizado por lo impostado. Una fachada artificial que tapaba las riñas encarnizadas a lo largo y ancho de las colinas angelinas. Tales eran las rivalidades por aquellos años que no era que se pudieran esconder, es que su crueldad era exponerla como forma de humillación. Pero ello no requería caer en la ordinariez, la finura era innata. No todo tiempo pasado es mejor, por el amor de dios no, pero sabemos que estas luchas intestinas prevalecen, sin embargo, nada trasluce, han creado un frontispicio como si de un muro se tratara. Admiramos a otras personas por fascinación y empatía, pero siempre hay algo de asimilación. Cuando todo es actuación, mejor saltarnos estos años y que sean replicantes todos ellos.
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Steven Spielberg le entrega el Oscar a Christopher Nolan. (Fuente: Los Angeles Times) |
Fue celebrado el regreso del formato de presentación de intérpretes
nominados confeccionado en 2009. Cinco actores y actrices oscarizados en la
categoría alabando el trabajo de los que se jugaban la estatuilla. Genial, pero
qué son unos Oscar sin el clip interpretativo previo, sin la prueba irrefutable
de su presencia en esa lista. Es preferible extenderla y emitir ambas, porque
cabe recordar que se celebra el cine, no la fachada. A Robert DeNiro no le gustó,
o la forma de entrega o que el que lo hiciera fuera Tim Robbins, o ambas. En
sus últimos años ha adquirido ese papel de abuelo antipático, el vejete enfadado
con todo el que se le cruza. No obstante, se agradece la sinceridad, la
franqueza facial de “vaya bodrio que me estoy tragando”.
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Ryan Gosling interpreta "I'm Just Ken". (Fuente: El Periódico) |
Presentó el Zidane de los cómicos. Repitió Jimmy Kimmel, el
suave, el masajista. Se echa de menos algo de acidez, un poco de riesgo. Se le
percibe el miedo al enfado colectivo, a la incomodidad hacia los muñecos allí
presentes. Bromas planas pero eficientes. Su ausencia de afán de protagonismo
es de admirar en alguien tan representativo de Hollywood. Asume que si ha
llegado a esto no es por molestar sino por ser el chistes, un cómico
simplón al que el esmoquin le come el personaje. Más un conductor, que
presentador, el que hace fluir la acción sin que su presencia la altere.
Personifica eso que en la universidad decíamos: "un cinco son seis
créditos". Jimmy juega su partida, y es legítima forma de ganarse el
lugar, y lo ha logrado, es el fácil, el que nunca los dejará en ridículo.
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Christopher Nolan y Emma Thomas, productora de todas sus películas. (Fuente: Vanity Fair) |
Nolan ha conseguido su nombre, su marca como cineasta a pesar
del desprecio. Ha construido obras inigualables, combinaciones idóneas entre el
blockbuster y el fondo de la trama. Un inglés aleccionando al Hollywood en
dependencia de los superhéroes simplones. Con Oppenheimer dio el aventurado
paso de convertir su característico cine a la película biográfica y parió un
relato de entrañas y espectacular. El atractivo en uno de los hitos científicos
de la historia, pero centrado en la culpa y remordimientos de ser el
responsable de una invención destructiva: I am the destroyer of worlds. No
había excusa esta vez.
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Robert Downey Jr. tras la gala. (Fuente: People) |
Lloró Da'Vine Joy Randolph de la emoción y recogió uno que estaba
seguro desde agosto. Ganadora de todo por un papel diáfano y basado en la
soledad en The Holdovers. Lloré (y grité) yo al oír el nombre de Emma Stone, el
segundo para la más grande de su generación. Hizo de nuevo poderosa su
interpretación frente al discurso politizado y la marca. Impuso algo enorme, al
alcance de un puñado de ellas. Bella Baxter lo es todo en Poor Things, uno de
esos personajes que impactan en lo más abismal del espectador. El metraje es
ella y Emma agarra cada escena con una sobriedad, un desparpajo, un yorgosismo,
esa experiencia treintañera de actriz total. Lily Gladstone sufre en silencio
como representación de un pueblo expoliado, pero lo de Emma es incomparable,
irrepetible, de estatuilla y media. Bette Davis ya no vive, pero ahora al menos
tenemos a Emma Stone.
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Emma Stone con su segunda estatuilla. (Fuente: Diario de Mallorca) |
Por cierto, Wes Andeson ya es un cineasta oscarizado debido a
su último corto, The
Wonderful Story of Henry Sugar. El tétrico y simétrico, el digno y aventajado sucesor de
Tim Burton. Ni fue a buscarlo. Ni sabría la fecha de los Oscar. Y se acabó. No
crean que no soy consciente de mi extensión, pero enfoquémoslo en el ahorro
temporal. Que son diez minutos de lectura frente a casi cuatro horas de gala en
una madrugada previa a día laborable.
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