"Globitos 2025" por Álvaro Alonso

Los Globos de Oro han perdido el sentido de su existencia. Eran los rompedores, casi escupitajos en la cara, disruptivos, desesperantes hasta para los que ahora le damos más crédito a aquellos tiempos. Ahora son unos más de la eterna lista de premios que copan estos meses de finales y principios de año; han sido invadidos por la temporada de premiación. Se han sumado a ello después del sonado boicot de hace unos años, Hollywood les ha obligado a seguir la línea oficialista ante el riesgo de desaparición. Nadie puede defender la descarada compra de estatuillas, eran unos corruptos medulares, pero nadie puede asegurarnos que ahora no se siga haciendo, y sin embargo se han transformado en unos más de los redundantes.
Mismas caras, mismo cinismo, mismas alegrías infundadas de personajes que seguramente se detestan. Al menos en esta ocasión nos ahorraron los discursos tediosos, oportunistas y lactantes. Habrán recibido el mensaje. La innovación fue esa extraña cámara primer plano que no creo que vuelva a repetirse; a los obsesivos con la apariencias se les detecta hasta el mínimo defecto. Una tal Nikki Glaser presentó la gala, desconocida más allá de los EEUU y con un gran magnetismo. Mostró soltura, rapidez, improvisación y pequeñas bromas guiñando el ojo hacia ese añorado presentador de los Globos de Oro. Se rio de alguno, sacó episodios incómodos y provocó miradas oblicuas de los presentes. De manera que dentro de la ausencia de esperanza, enhorabuena Nikki.
Zoe Saldaña, mejor actriz de reparto.
(Fuente: Page Six)

Ya me perdonarán, pero a esta primera cita llego con pocos deberes hechos. Podría acusar de ello al tiempo, pero que no, que cuando se quiere se saca. Lo siento. En este año de globos peliculeros fueron muy de Emilia Pérez, un musical en español dirigido por un francés sobre el jefe de un cártel que decide convertirse en mujer. Tela. Mejor comedia-musical, película internacional, canción y actriz de reparto. Lo ganó Zoe Saldaña, esa intérprete demasiado blockbuster, una gran Avatar, a la que finalmente le han dado un papel más allá de las superficialidades. Pero fue The Brutalist, que dará el segundo Oscar a Adrien Brody (Timothée caerá otra vez frente a un perro viejo), la que se coronó en las categorías nucleares: Drama, Director y Actor. Guárdense tres horas y media de una tarde para ver esta historia, pero imprescindiblemente con todos los sentidos en ella.
Demi Moore, mejor actriz de comedia (sí, The Substance es una comedia).
(Fuente: Washington Post)

Demi Moore, la eterna que nunca se fue, la que merece cada premio tan sólo por el baile inicial de The Substance, le dio un buen tortazo a las aspiraciones de Karla Sofía Gascón y Mikey Madison. La veteranía, frente a la revelación, el comeback muy de éstos, frente a las novicias. En actriz de drama no se dilucidó nada, porque no ganó Angelina Jolie, ni Nicole Kidman, ni Tilda Swinton, ni Pamela Anderson, ni Kate Winslet. Aquí sí que hubo sobresalto porque fue Fernanda Torres por una película brasileña que, por sus aires a papel propio de Charlotte Rampling, yo espero con mucha ansia. En comedia Sebastian Stan por uno de esos papeles que o adoran u odian; mucho maquillaje. Mientras que en actor de reparto, y parece que sin rival hasta marzo, Kieran Culkin. He de reconocer mi debilidad por este hombre, como persona e intérprete; en la flor de su vida profesional, desenfadado, transparente, sarcástico, y dominador de cada una de las escenas en las que aparece. Aún en la ola de Succcesion, Jesse Eisenberg le da uno aún más extremo, aprovechando la esencia y para la gran pantalla. Idos, tenéis que ver A Real Pain.
Kieran Culkin, mejor actor de reparto.
(Fuente: Texas Public Radio)

En el apartado televisivo fue un caso de plagio, única explicación, siguiendo a pies puntillas lo marcado por los Emmy en septiembre del año pasado (que sí, que ya estamos en 2025). Shōgun y tres de sus actores, Hacks y su actriz, Baby Reindeer y su actriz, Jeremy Allen White y Jodie Foster. Vaya puñeteros vagos. Calcado. Exactamente la misma tendencia que en los de 2024, ¡no salgan del redil! El fenómeno de El Pingüino fue el único que pudo resistir, y Colin Farrell se deshizo de Richard Gadd como actor en una miniserie. Matt Reeves hizo de su Batman y su Gotham toda una invención de un universo muy explotado; un detective de a pie con guiños a David Fincher. Ahora de la mano de HBO nos ilumina con este Los Soprano de Gotham y el ascenso mafioso del pingüino en el centro. ¡Bendito seas!
Con bastante desaliento empezamos otra temporada de premios (hasta ahora fueron nominaciones). Otro año más en el que vemos pasar películas bellísimas, mientras estos actos, más cerca de la política que de la calidad, las miran con repudio. Preparados para el enojo por la injusticia, sin perder la esperanza en que el séptimo arte sea por fin valorado como tal.

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