"Feliz Agosto" por Álvaro Alonso

Con gran melancolía escribía en febrero sobre ese pequeño paraíso terrenal en el que yo he tenido la suerte de pasar mis veinte veranos de existencia. Hablaba sobre la España vacía de Sergio del Molino y mi estancia allí a finales de enero.
Pues les voy a decir una cosa, estamos en verano. Bueno, imagino que ya se habrán dado cuenta. Por el sol, el calor fatigoso, las vacaciones de los que las tengan, los reencuentros... Es ese momento del año que todo el mundo desea con ansia. Vamos, imagino, no creo que haya nadie que lo deteste. Aunque puede ser.
Hay pocos momentos del año que se recuerden, como dicen en Galicia, con tanta morriña. El verano, es esa época de los recuerdos imborrables. Suceden tantas cosas en tan poco tiempo que es imposible no quererlo. Tantas personas, tantos momentos peculiares, tantas locuras. No sé si ustedes tienen la fortuna de pasar, al menos parte del verano, en un pueblo. Todo tu mundo se reduce a ese lugar en el que las pequeñas cosas importan. Yo en ningún otro mes hago tantas cosas en un día como en el del pueblo, y eso que las mañanas no existen, porque a lo mejor el día anterior se alargó hasta las 4 o 5 de la mañana en la calle. 
 Los días se rellenan con cualquier cosa, vale todo; lo mismo son vueltas en bici interminables entre esos paisajes adorables y puestas de sol que parecen grabadas por Roger Deakins; también puede ser un día de piscina aliviando ese calor insoportable de las horas centrales; o unos tiros en el campo de fútbol hasta que a alguno se la va la cabeza y el balón acaba en las zarzas; puede ser un simple día de play, o bar cuando había. Los días se rellenan con tal facilidad que es imposible caer en el aburrimiento.
Luego están esas fiestas de pueblo, en las que pasa de todo y no hace falta mucha gente, simplemente los conocidos, para derrochar pasión cuando en la disco móvil se deciden a poner bachata, o reggeton, o a camela, o esas canciones finales como Fiesta Pagana o Flying Free. Como no emocionarse al recordar esos momentos. Este año todo tendrá un color diferente. No lo debemos olvidar, estamos en plena pandemia. Todo será más ácido e insulso. No habrá fiestas lo cual le quita ese punto épico y loco que el verano tiene. Los reencuentros serán diferentes y las tristes despedidas, sin abrazos y con distancia, probablemente. Habrá personas que son tan importantes para la piña que no podrán ir. Pero por el amor de dios hagamos como que todo va bien, al menos hagámoslo, al fin y al cabo, es mejor esto, que estar estudiando 11 temas y 300 páginas para un examen de pasado mañana.
(Concluye, Álvaro, concluye) En el patio de mi casa solitaria me encuentro, concretamente en un banco que hay al lado del portal. La perra toma un sol que empieza a ser abrasador. De fondo se escuchan los gritos finos de los niños de al lado. Yo escribo. Luego comeré y me pondré un capítulo de la buenísima Mindhunter de postre.
Han empezado las tardes frenéticas y los días vistos como esa improvisación constante. En la España vacia me encuentro, más vivo que en cualquier momento del año. Feliz Agosto!

Comentarios

Entradas populares