"Al Menos" por Álvaro Alonso

Se ha acabado agosto. Ya hace unos días, pero no he tenido el valor para escribir hasta ahora. Corría el riesgo personal de caer en una nostalgia atronadora que asoma con facilidad en septiembre. Pasado un tiempo y asentado en una nueva aventura, me propongo firmar algo sobre ello en este blog llamado a recoger los delirios de dos chavales.

Durante ese fatídico segundo cuatrimestre parecía demasiado optimista pensar en un verano como los precedentes. Ni tan siquiera en un verano en el pueblo. Todo se veía muy oscuro y una Semana Santa hogareña sólo aumentaba los peores presagios. Nos remitíamos a esperanzas, lo que dicen que es lo último que se pierde. Personalmente no podía imaginarme no tener, al menos, una parte de esos días soleados surcando las llanuras leonesas (cada uno tendrá su rincón agosteño).

Digamos que las esperanza venció al realismo pandémico, y vivimos un verano excesivamente atípico, pero al menos lo vivimos. Sin fiestas de pueblo y entre mascarillas y gel hidroalcohólico, pero al menos estuvimos. Al menos, tuvimos la oportunidad (por momentos inesperada) de reunirnos otra vez los que nos vemos una vez al año. Esos con los que se pasa el momento más valioso en doce meses. Para mi es agosto, para otros será parte de él o julio. Cada uno tiene su mes de los momentos memorables. No me gustaría remitirme a los simplismos de “fue un buen verano”, pero lo voy a hacer, porque así fue. A pesar de quebradas o incómodas situaciones que tampoco olvidaré por su significado, el resultado de la contienda deja en mi retina tantos momentos épicos que recordarlos me lleva a ese impulso primario de volver corriendo a ese lugar. He probado por primera vez un jacuzzi. Hemos recorrido kilómetros y kilómetros en bici con el único objetivo de descubrir zonas nuevas, dejándome los pelendengues en el intento. Hemos sido alimento de unos entrañables mosquitos que nos recibieron como los pájaros de Hitchcock en un cortafuegos. A falta de olimpiadas hemos vivido fútbol y F1 en verano (bueno, yo sólo lo segundo). Pero sobre todo nos tuvimos a nosotros, condición indispensable para que todo esto tenga sentido.

Lo siento, no debí repetir tanto “al menos”, porque no fue poco, ni suficiente, fue inolvidable; como siempre.



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