"Una parte de ti" por Álvaro Alonso

Ayer murió el perro con el que pasé meses y meses durante mi infancia y adolescencia. Recuerdo perfectamente cuando nació. Corría el año 2009 y quedaban unas semanas para navidades, mi abuela me llamó ilusionada, anoche habían nacido dos preciosos perritos marrones. Fueron los únicos pequeños que tuvo esa perra, situación que era extraña dado que convivió toda su vida con perros de todo tipo. No pude ir a verlos hasta alcanzadas las vacaciones. Mi primo ya estaba allí y los perros ya tenían nombre. Mis abuelos no tenían la idea de quedarse con ellos, serían ya siete perros y no estaba la época para gastos superfluos. Nuestros padres se habían percatado del cariño que le habíamos cogido, y se consiguió una solución intermedia; ambas familias nos haríamos cargo (sobre todo económico) de los perros, a pesar de que vivieran allí. Mi primo, siempre más rápido que yo, eligió al flaco. No me importaba, yo tenía más afinidad con el otro, jugaba más con él y lo atendía más. La elección caía de cajón. Mi perro era Colin. 

Era más gordo que su hermano, salió a su madre, ella era blanca como la nieve, retaca y rechoncha. El de mi primo era delgado, como su padre alto, parecido a un galgo. A pesar de que el mío era Colin, quería a ambos como a nada en ese momento. Mi primo venía menos y yo pasé veranos y veranos allí. Como cada perro, les encantaban los paseos, largos, los de horas surcando el monte. Yo en bicicleta. Ellos matándose a correr. Al cogerla del garaje, la bici, era automático, echaban a correr para ganarme ventaja. Colin era más lento, había que esperar por él y dejarle descansar, pero nunca dejó de venir por ello; su físico no era el de su hermano, pero joder, como lo disfrutaba. El otro siempre me ganaba. Era un perro de competición, de arriba a abajo, disfrutaba con estas carreras, le encantaba.

Un par de años después, de los siete perros, ya sólo había cuatro. Murió su padre. Y con sólo cuatro años, el flaco, el atleta, desapareció. No lo volvimos a ver. Tenían la mala costumbre de correr detrás de los coches o en paralelo a la rueda. No sé si fue eso. Lo dudo, cuando hay vecinos odiadores en los alrededores. Vinieron y se fueron perros, pero Colin estuvo ahí siempre todos estos años. Mi perro.

Tenía muy mala ostia. Había que tener cuidado para bañarlo, aunque nunca, a nadie le hizo daño, ni nada por el estilo. Sin embargo, cuando salíamos a pasear, se bañaba en cada charco. Terco, viene de familia. Cuando estaba contento, íbamos de paseo o me acababa de levantar, venía detrás mía e iba saltando para morderme la mano o tirarme del pantalón.

Desde hace semanas mi abuela me viene avisando de que estaba malo. Ayer me lo dijo. Hace un año que no he podido ir. Mi última imagen de él es sentado de lado a la puerta de casa mientras yo encendía el coche. Como cada vez que me voy de allí, le había dado un abrazo como despedida; estaba acostumbrado a ello. Siento asco al ver a cualquier merluzo diciendo eso de "sólo es un animal". Si de verdad has tenido un animal a tu cargo, lo sientes como un miembro más. Como la compañía inexorable que nunca te faltará. Como el desahogo que te ayuda a huir de todo lo demás. Como ese ser con el que se viven experiencias que te marcarán de por vida. Y cuando te deja para siempre, lo lloras y lo sufres como si de una parte de ti se tratara, porque lo es. Ayer se fue una mía. Hasta siempre.



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