"Descansa Matthew, descansa" por Álvaro Alonso
Levantarse y encender el móvil (los que lo apagan). Dan igual los legañones o el fogonazo de esa pantalla. Un hábito que ya podemos establecer como una tradición. Han sido muchas horas sin atenderlo, quien sabe si ha pasado algo, si alguien de importancia te ha escrito. En mi caso, comienzan a saltar porrocientas notificaciones de noticias, artículos, últimas horas, la mayoría irrelevantes, pero que quieren que les diga, soy un adicto a la información. En esta mañana hice lo de siempre, sacarme las sábanas de encima, encender el aparato y poner la radio. Pero en este proceso todo quedó interrumpido, ojiplático, no podía creer una de esas breaking news, no parecía real, pero que fueran varias alertas no hacía más que confirmarlo. En prensa estaba todo estaba lleno de ello, y en redes ya se imaginan. Era una realidad, una oscura y terrible realidad, Matthew Perry había muerto.
Cualquiera que haya encendido la televisión en algún momento de su vida, sabrá que este hombre era un actor. El intérprete de uno de los seis eternos amigos. Una persona que dio vida a un personaje que marcó, como todos sus coprotagonistas, no sólo a una generación, sino a un abanico de ellas. Esa ficción de risas enlatadas, una sitcom que por siempre será una oda a la amistad, a los grupos, a la fraternidad con aquellos a los que se les aprecia por la unión, no por la sangre. Friends rodea todo ello, ese potente mensaje, de tramas desternillantes y de una risa constante. Unos personajes tan ficcionados como callejeros, identificables con ese, esos o esas a las que les das tu tiempo. Friends tiene su virtud en exagerar hacia lo cómico a esas personas de tu squad, grupo, cuadrilla o simplemente de tu conocimiento. De ahí el vínculo, de ahí el verla como propia, de ahí sentirla tan honda.
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Matthew Perry interpretando a Chandler Bing en Friends. (Fuente: CNN Chile) |
Matthew Perry era Chandler. El sarcástico, el que rebajaba los momentos incómodos con bromas. El inseguro de sí mismo, el que no encuentra el amor hasta que se da cuenta que vive enfrente. Matthew sufrió mucho a lo largo de esas diez temporadas de emisión. Adicciones a drogas, alcohol y todo eso que en Hollywood es de tanta normalidad. Fue el más transparente con lo que estuvo sufriendo durante el rodaje, lo que le costaba lidiar con la fama, con el hecho de estar en cada casa, esa presión social y tan hollywodiense. Así lo dejó por escrito con todo detalle en sus memorias, Friends, Lovers, and the Big Terrible Thing. Tal vez sacrificó su vida por hacernos reír, porque siguiéramos teniendo a Chandler en nuestras vidas. Tras las cámaras era ese Matthew, el adicto, el que según sus palabras estaba enfermo, pero cuando Matthew tenía que interpretar a Chandler esos males se tapaban con el papel, se debía a ello y cualquier medio a su alcance usaba para hacer frente a todo lo que les estaba pasando.
Manifestó en varias ocasiones que la que más lo ayudó en esta traumática etapa fue Jennifer Aniston, ella la primera y los demás detrás; al fin y al cabo, son esos seis los que más podían comprenderse a sí mismos. Terminó Friends e intentó dejarlo atrás como pudo, pero ya conocemos como es esto de los actores de una serie con tanto alcance, es difícil sacarse de encima ese personaje, como si de su sombra se tratara. Esos seis tendrán esta marca para el resto de sus vidas. Para bien en sus inicios y para mal del resto de sus carreras. Es la propia Aniston la única que se ha quitado algo, pero parcialmente, el gran público siempre la verá y dirá: Rachel Green.
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Matthew Perry junto a Jennifer Aniston en Friends: The Reunion. (Fuente: CulturaOcio) |
Matthew había pasado como una tortura esos diez años. Sabíamos de ello porque fue de esos pocos que tiró su fachada. Probablemente nunca lo superó del todo, pero la reunión tenía que hacerse, sí o sí. Era él el único que se negaba a ello, revivir de lleno su trauma, su sacrificio y de lo que se quería alejar. Cedió y no hay más que fijarse en él para adivinar su opinión. Y por mucho que fuera bonito verlos de nuevo a todos juntos en una celebración a una serie para la historia, el espectáculo algo grotesco. Parte del metraje era un relleno innecesario con famosos sobrantes. Matthew tenía razón por ser reacio. En estos años lo único que supimos sobre él (hacia fuera) fue su fundación y su lucha pública contra el alcoholismo; enseñar a los demás los peligros de las adicciones en base a la experiencia propia, a la transparencia absoluta sobre lo que vivió. He ahí sus incisivas memorias.
Hoy lloramos. Nos domina la tristeza, pero no ha de ser porque Chandler haya muerto. No es así. Este personaje siempre vivirá en nosotros y en nuestras televisiones. Hemos de llorar por la muerte de Matthew, esa persona que dio todo su ser por interpretar a ese personaje que amamos. Esa persona que sacrificó su vitalidad, su bienestar y su cabeza por sacarnos una sonrisa. Esa persona que ocultó esa terrorífica situación personal cuando se ponía delante de la cámara, ante nuestras miradas, para luego abrirse de par en par con el fin de que aprendiéramos un poco. Descansa Matthew, descansa.
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